¡Al loro! piel gruesa, grano menudo
Estamos hartos de oír tonterías, y de una vez por todas vamos a dejar la cuestión clara. Muchos bodegueros enfatizan en dos puntos clave, para valorar mejor sus vinos y sacar una ventaja competitiva, nos dicen que cuentan con viñas viejas y de muy poca producción.
Vayamos por partes, las viñas viejas dan mejores uvas debido a que después de tantos años de padecer los cortes de la poda, la fuerza de la propia viña está mas regularizada, la sabia tiene que circular por numerosos recovecos en los troncos ajados por los años. Las vides con los años están mejor arraigadas al suelo.
La poca producción, puede deberse a que la viña este en los últimos años de vida, o simplemente a que se encuentre descuidada por que no se han repuesto las faltas y sólo se encuentre en producción una parte de las plantas iniciales, y así aunque la media de poca producción para la extensión de la viña, la realidad es que unas cepas producen de manera normal, y otras muchas hayan dejado de producir.
Algunos viticultores quieren producir poco, porque según dice un buen amigo viticultor, muchos no saben solfeo y tocan de oído. Utilizan la poca producción, como argumento para aumentar el precio de las botellas. A la mayoría de los buenos viticultores lo que les interesa es contar con las más y mejores uvas posibles, para conseguir el mejor vino.
Todos sabemos que es clave, la relación pulpa / hollejo. La pulpa en su 70% es agua y en la propia piel del grano de uva, es donde se concentra el mayor número de antocianos que determinan el color así como los taninos, que determinan el sabor del vino. Tanto la variedad de vid, como su cultivo y su adaptación a la zona, posibilita que la relación pulpa / hollejo sea óptima para producir el tipo de vino diseñado, como regla general. Siempre existen zonas límites con altas temperaturas, que en determinadas variedades puede interesar si es posible un riego final antes de la vendimia para aumentar el grosor de la uva, así evitamos que se nos dispare el grado alcohólico.
Siempre son mucho mejor las uvas sazonadas con piel gruesa y con un diámetro del grano no excesivamente grande (no alas uvas gordas) las que nos posibilitarán hacer un vino con fundamento. Pero todos sabemos que existen viejas viñas con malas uvas, viñas recién plantadas que aportan en sus primeros años una producción corta, de gran calidad. También conocemos la sorna de algún vendedor de vinos que decía que acababa de plantar unas “viñas viejas” de gran calidad, para así ridiculizar la irrupción milagrosa de un gran número de viñas viejas, de su competencia.
Producir muchos racimos o pocos racimos dependerá que rango de vino queramos elaborar y que costes pueda soportar, pues para vendimiar a mano es mejor producir pocos racimos y que sean grandes, ya que muchos y pequeños, necesitarán mas cortes, iríamos mas lentos, y nos costaría mas dinero, si la vendimia es mecanizada no influye, pues se cobra por superficie. Si cultivamos muchos racimos en general produciremos granos más pequeños. No es tan importante fijarnos en el número de kilos que produce cada viña, sino lo importante es observar las tolvas o las mesas de selección, para comprobar si el grano es pequeño y la piel es gruesa, y así podremos adelantar que el vino será magnífico, sin dudarlo. El arte está en cultivar para que produzcamos ese tipo de uvas. Recordemos que lo importante no es el número de kilos, sino la morfología de la uva de los racimos.
Ricado Guelbenzu
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