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¿Y por qué nosotros no?

Hoy toca un post de reflexión con un punto de rabieta.

Me gustan los culebrones, las series románticas y tontas con las que compartir unas lágrimas cuando en la vida real me faltan los motivos para llorar.

Veía “Cristal” y hasta la inefable “Agujetas de color de rosa” cuando era pequeña y aunque ahora las series que suelo tragarme proceden de Estados Unidos, me temo que mi poso romanticón e intrascendente no ha desaparecido. Y a estas alturas, no creo que lo haga nunca.

Después de los novelones venezolanos y mexicanos llegaron “Friends” y “Sexo en Nueva York”, con un estilismo brutal y una imagen de las mujeres y de la amistad envidiables. “Sexo en Nueva York” me encantaba, hasta el punto de que hay episodios de los que me sé los diálogos. No es broma. En cuanto a “Friends”, la he visto unas cuantas veces.

Pero últimamente estoy enganchada a “Private Practice”, o “Sin cita previa”, como han traducido su título en español. Romance, mujeres y hombres guapísimos, elegantes e independientes en una clínica privada de Los Ángeles y en un hospital donde transcurren decenas de historias con las que… ¿lo adivináis? Llorar.

¿Por qué llevo tres párrafos y no he hablado aún de vino? Ya voy; necesitaba esa introducción, lo prometo. Si bien lo de los culebrones era un preliminar para decir que ahora soy fan de series estadounidenses de todo tipo y me encantan las románticas con chicos guapos, a lo que voy es que en estas últimas también hay detalles que me llaman poderosamente la atención y que no veo en los productos patrios (españoles, para más señas): se bebe vino constantemente. Ellas llegan a su casa después de una intensa jornada de trabajo, se bajan del tacón, se deshacen de la falda tubo y se ponen prendas cómodas y… una copa de vino, tinto, blanco… siempre en una estupenda copa, antes de cenar, en un momento de relax, de intimidad (no de soledad, cuidado) y de disfrute. Ellos preparan una cena estupenda para su cita con ellas y mientras se hornea la carne o el pescado… beben una copita de vino en la cocina.

Carrie Bradshaw (Sexo en Nueva York) y sus amigas, todas mujeres triunfadoras, en sus treinta, enamoradas o no a lo largo de todos sus capítulos, comparten confidencias, cotilleos, inquietudes sobre sexo y relaciones… y un montón, pero un montón, de copas de champagne y vino mientras conversan, lloran y ríen. Cuando salen, Cosmopolitan, pero cuando cenan o están en casa haciendo una sofisticada fiesta del pijama… vinito o champagne, no falla.

La gente bebe en estas series, y en muchas otras (algún día hablaré de Mad Men, pero en un post aparte) ¿Por qué nosotros no? No dejo de pensar que en series tan exitosas e “inspiradas” en las estadounidenses como “Siete Vidas” o, por hablar de alguna más moderna, no sé, “Los Hombres de Paco”, “Las Chicas de Oro”, “Aída”… no se bebe vino, parece que aquí ocultando un gesto de lo más cotidiano vamos a favorecer que algún idiota deje de emborracharse sólo porque lo ve en una serie.

Porque el vino en España sigue permaneciendo en ese lugar difuso entre alimento saludable y bebida alcohólica, pero por si acaso, mejor no sacarlo mucho en la tele… Dichoso Estado Protector, que parece que en lugar de ciudadanos responsables gobierna niños indefensos.

Y ahora es cuando hablo de una excepción, que para nada desbarata mi teoría: Gran Reserva. Un culebrón en toda regla con el vino como ¿telón de fondo? Bueno, si en una serie sobre bodegas no se bebe vino, apaga y vámonos, así que no me sirve, aunque pese a las críticas negativas que haya recibido del sector, lo cierto es que me parece una idea brillante para mostrar un (ideal) consumo cotidiano de vino.

No soy partidaria de esa idea de que la tele o el cine tienen una enorme influencia en las acciones de las masas, pero sí defiendo que los medios de comunicación más populares difundan un mensaje positivo a modo de tendencia. No se trata de tener de repente un montón de consumidores más, sino de mostrar que se puede tomar vino en situaciones cotidianas, cercanas, y no ser un borracho o un rancio.

RaqueLíquida

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Soy Raquel, periodista en ejercicio, y mi vocación desde que me dedico al periodismo vinícola es tanto entretener e informar como servir a los lectores de acicate para adentrarse en la apasionante cultura del vino y los espirituosos. Mi vocación de servicio público es que al menos un lector se “convierta” al vino y lo consuma con moderación y responsabilidad, sin renunciar al placer y a la cultura que supone tener un buen vino o destilado frente a ti y dejar que te hable. Descubre el placer del mundo líquido. http://raqueliquida.wordpress.com/
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2 comentarios en ¿Y por qué nosotros no?

  1. Me encanta esta descripción de nuestra amiga y colaboradora RaqueLíquida! Necesitamos a más gente que escriba tan requetebién, para seguir comunicando los inmensos placeres de este néctar delicioso, y para poder seguir mirando el mundo a traves de una copa de vino con tanto salero.

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