Polillas al ataque
En nuestro hemisferio norte, es necesario defenderse en un año normal de una multiplicidad de plagas, como el mildiu, el oídio, botrytis, araña roja, etc. En estas fechas de mayo comienza a activarse la polilla del racimo.
Se trata de una mariposilla de 15 milímetros de envergadura y 8 milímetros de longitud. La hembra es mayor que el macho. Las alas anteriores son amarillentas cruzadas por unas franjas transversales oscuras. En reposo las alas cubren el cuerpo en forma de tejado.
Sus huevos tiene menos de 1mm, son redondeados y pajizos. Con el aumento de temperatura se convierten en unas larvas verdosas, que al poco se convierten en crisálidas, formando un capullo blanco (así pasan el invierno) en la corteza de las cepas de las vides. Con el calor, en primavera, se transforman en mariposas con la cabeza y la plaza torácica negruzca, tiene unos movimentos lentos. Cosa que no les impide que una vez fecundadas por los machos, cada hembra haga una puesta de entre 50-80 huevos, sobre los botones florales de la vid, muriendo en primer lugar el macho y la hembra poco después. Normalmente suelen darse de 2 a 3 generaciones de polillas, cada temporada, según el clima.
Las larvas se alimentan de los botones florales que tienen próximos, y de las flores en general. Aglomeran con hilos de seda una especie de nido y al final del período larvario crisalidan, generalmente en el mismo racimo, pero pueden hacerlo en otros lugares. Así nace la segunda generación de adultos, de la que la hembra una vez fecundada vuelve a poner otra generación de huevos, que al romper en larvas se vuelven a alimentar de las bayas, al eclosionar multiplicandose en mayor número, los daños generados van en aumento.
Cuando alcanzan su desarrollo emigran a los refugios invernales donde tejen el capullo y crisalidan. Los aglomerados de hilos de seda y las larvas son fácilmente detectables, así como sus efectos de destrucción de los botones florales, y más tarde en la pudrición de las bayas de los racimos, con pérdida de parte de la cosecha, y restándole calidad a la que queda. Para su desarrollo necesita temperaturas por encima de los 20ºC y humedad elevada. En las variedades de ciclo largo es donde lo perjuicios producidos / calitativos, son mayores.
Para luchar contra la polilla del racimo, se emplea con éxito el «confusionismo sexual». Los machos para fecundar a las hembras, primero por el olfato las huelen -las localizan- e inmediatamente las fecundan. Si distribuimos por toda la viña, el reclamo sexual femenino, mareamos a los machos, los deshorientamos, los ponemos locos con tanta feromona (Las feromonas son sustancias químicas secretadas por una especie con el fin de provocar un comportamiento determinado en otro individuo de la misma u otra especie), que distribuimos a lo largo de todo el viñedo. Su manejo es muy fácil, externamente son como unos cierres (metálicos plastificados), parecidos a los que utilizamos en las bolsas del pan de molde, fáciles de distribuirlos y de colocarlos. A pesar de todo, siempre algún macho aturdido choca por casulidad con una hembra, y ¡zas!
Para seguimiento del número de polillas, colocamos unas trampas, que son unas casetas, donde colocamos en el suelo de su interior su reclamo sexual femenino, sobre un pegamento pasta que macho que se posa, macho que queda atrapado, y de esa manera, contando el número de atrapados, vamos dandonos cuenta del éxito o del fracaso de la operación, en cada generación de polilla. Así vemos la necesidad, o nó, de distribuir más ganchitos de cierre tipo pan bimbo.
El método es eficaz porque reduce la población de larvas hasta niveles soportables sin tener que realizar ningún tratamiento. Respetamos el medio ambiente, la fauna silvestre y ahorramos en mano de obra.
Luis Remacha
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