En Madrid en el Gourmet de 1991 al atardecer de la primera jornada, a punto de cerrar el salón pasó por delante de nuestro stand, Carlos. Era nuestra primera feria y no lo dudé, salí del stand, le aborde y le dije la ilusión que teníamos por darle a conocer nuestros vinos el Guelbenzu EVO y el Guelbenzu de 1989. Los cato con atención y fueron muy amables y gentiles sus palabras sobre nuestros vinos. Al día siguiente le devolvimos la visita a su stand, catamos sus vinos que nos encantaron, charlamos de viñas y vinos y desde entonces surgió una excelente relación.
Carlos para nada era una persona distante, sino tremendamente afable y cercano de trato porque era un apasionado de su trabajo, de la agricultura sostenible. No sólo tenía pasión, sino que también tenía conocimiento, era un visionario y fue uno de los que más batalló contra el sistema burocrático de las denominaciones de origen y apostó de manera decidida por los Vinos de Pago, es decir dio un paso más en la seriedad y rigurosidad de sacar el máximo provecho a lo que es capaz de dar la naturaleza. Un gran vino siempre es el resultado de tres elementos: un terreno (terroir) pago, un clima determinado y el esfuerzo apasionado de los hombres que están detrás, de los que saben sacar el máximo de provecho de cada añada, de cada viña, con el objetivo de que cuando se deguste una botella se sorprendan al descubrir su contenido.
Carlos Falcó, Marqués de Griñón
Recordemos que los años noventa fueron los del renacer de muchas pequeñas bodegas con verdadera vocación por recuperar la gran tradición vitivinícola española y europea de hacer vinos con alma, enraizados en la tierra, lo que posibilitó que en el año 2000, un grupo de pequeños productores de vino de pago –es decir, elaborados con sus propias uvas, de un único viñedo- de las dos Castillas se reunieron bajo el impulso de Carlos Falcó para reivindicar la personalidad, la individualidad que define a los vinos de grandes pagos y para extender su cultura, apenas renacida, por España, fundando grandes Pagos de Castilla y contribuyendo a que la Administración Central recogiese en su nueva legislación- nueva Ley del Vino- la realidad de los pagos, un concepto novedoso que fortaleció y extendió la cultura vitivinícola de primera calidad.
Esta asociación sin ánimo de lucro, de carácter civil, se transformo en 2003 en Grandes Pagos de España (GPE) para responder al interés de muchos colegas de otras zonas del país por promover el concepto de pago y la búsqueda de la excelencia a través de la relación directa entre cada vino y el lugar del que procede. Desde el primer momento Carlos Falcó y Víctor de la Serna contactaron con los Guelbenzu para que pudiésemos incorporarnos, y transformar la asociación a todo el ámbito español. En esa época conocí sus fincas de Casa de Vacas y del Rincón. Siempre fue un anfitrión perfecto. Te hacia sentir bien acogido por la normalidad en el trato, la comida, etc…
Carlos Falcó
También Carlos vino a ver nuestra bodega en Cascante. Sentía mucha simpatía por Navarra, recordaba su época de internado en el Colegio de Lecaroz de los Capuchinos , en pleno Valle del Baztán donde estuvo interno y mantenía buenos recuerdos.
Trabajamos conjuntamente hasta ser las primeras veinte bodegas: Aalto, Calzadilla, Can Rafols dels Caus, Casa Castillo, Cérvoles, Dehesa del Carrizal, Enrique Mendoza, Finca Sandoval, Finca Valpiedra, Granja Fillaboa, Guelbenzu, Luna Beberide, Manuel Manzaneque, Marqués de Griñon, Celler de Mas Doix. Mauro, Mustiguillo, Secastilla, Pago de Vallegarcía.
Carlos presidió la Asociación, con buen tino y siempre demostró ser un persona abierta a la colaboración y al aprendizaje. Apoyó la formación de una Red de Conocimiento, donde conseguimos hacer reuniones con los técnicos de las bodegas para detectar temas de interés común, intercambio de experiencias, etc.
Nos tratamos siempre con gran respeto y admiración. Fue muy amable cuando escribió el prólogo del libro, “GUELBENZU, Un camino propio en el mundo del vino” y se acercó a Pamplona a la presentación a final de 2004.
El maldito coronavirus nos ha arrebatado a una persona extraordinaria. Hago votos para que descanse en Paz en el Cielo, pero estoy seguro que no le pondrán pegas para que busque y encuentre un buen paraje, un lugar con encanto donde poder cultivar unas uvas extraordinarias para elaborar un caldo celestial
Ricardo Guelbenzu
